ETO PASA ENTRE LOS DOMINICANOS
El arcángel Gabriel va a ver al Señor y le dice
'Tengo que hablar contigo.
- Hay dominicanos aquí que están causando muchos problemas...
-A ver, empieza a contar-- dice el Señor.
-Mira, se subieron en la reja de la entrada y se están
meciendo sobre ella como si fuera un columpio; mi trompeta ha
desaparecido misteriosamente, aunque a rato la oigo
sonar en la lejanía con un ritmo pegajoso, pero demasiado
alborotado.
Además, tienen las túnicas salpicadas de arroz con habichuela y
café con leche; han subido a sus perros en las carrozas celestiales
y los alimentan con salami; se han quitado las
aureolas y andan con gorras de peloteros o sombreros de pajilla.
No quieren barrer las escaleras del cielo y se ponen a
bailar con las escobas; el suelo de la cocina está lleno de
semillas de china, salpicaduras de frito y cáscara de mango.
Y, como si fuera poco, están organizando peleas de gallos
en las nubes y andan volando por ahí con una sola ala y
diciendo:
'¡Me la comí, tigre, si muevo el ala rápidamente vuelo como un
colibrí, vaya, soy un caballo!
Ah, y los que puse a cantar en el coro se la pasan gritando
Pero con coco...!' y repiten un estribillo raro:
' Alegría, eh eh, alegría'.
Tras oír pacientemente al Ángel, el Señor contestó:
'Los Dominicanos son Dominicanos, Gabriel, y eso no se puede remediar.
El cielo es el hogar de todos mis hijos con sus defectos y
virtudes. Pero si quieres enterarte de lo que son problemas graves,
llama al diablo y verás una realidad muy distinta.
Gabriel va hasta el teléfono y llama al demonio .
-Oigo-- contesta Satanás.
-Hola, soy yo Gabriel, es que quería...
-Que vaina, espérate un minuto, man -- interrumpe el diablo y tira
el teléfono.
Al cabo de unos segundos regresa.
-'Bueno, aquí estoy de nuevo, ¿qué puedo hacer por ti?
-¿Estás teniendo algún problema con los Dominicanos que
recibiste en el infierno?-- indaga Gabriel.
-Anda pa la mierda, espérate un minuto, ahora mismo te
contesto, pero tengo que chequear algo-- dice Satanás y sale corriendo.
-Perdona la demora, Gabriel. ¿Qué fue lo que me preguntaste?-- pregunta el diablo cinco minutos después.
-Que si estás teniendo problemas con los Dominicanos que llegaron al
infierno?-- repite Gabriel.
-Pero, ¿Cómo e la vaina caballero?-- grita el diablo exasperado--.- Espera, enseguida estoy contigo.
Satanás suelta el teléfono y regresa a los 15 minutos jadeando.
-Oye Gabriel, perdoname manito, pero no te puedo atender ahora.
Imagínate que estos fatales Dominicanos me han apagado el fuego
del infierno y están tratando de instalar un aire
'Tengo que hablar contigo.
- Hay dominicanos aquí que están causando muchos problemas...
-A ver, empieza a contar-- dice el Señor.
-Mira, se subieron en la reja de la entrada y se están
meciendo sobre ella como si fuera un columpio; mi trompeta ha
desaparecido misteriosamente, aunque a rato la oigo
sonar en la lejanía con un ritmo pegajoso, pero demasiado
alborotado.
Además, tienen las túnicas salpicadas de arroz con habichuela y
café con leche; han subido a sus perros en las carrozas celestiales
y los alimentan con salami; se han quitado las
aureolas y andan con gorras de peloteros o sombreros de pajilla.
No quieren barrer las escaleras del cielo y se ponen a
bailar con las escobas; el suelo de la cocina está lleno de
semillas de china, salpicaduras de frito y cáscara de mango.
Y, como si fuera poco, están organizando peleas de gallos
en las nubes y andan volando por ahí con una sola ala y
diciendo:
'¡Me la comí, tigre, si muevo el ala rápidamente vuelo como un
colibrí, vaya, soy un caballo!
Ah, y los que puse a cantar en el coro se la pasan gritando
Pero con coco...!' y repiten un estribillo raro:
' Alegría, eh eh, alegría'.
Tras oír pacientemente al Ángel, el Señor contestó:
'Los Dominicanos son Dominicanos, Gabriel, y eso no se puede remediar.
El cielo es el hogar de todos mis hijos con sus defectos y
virtudes. Pero si quieres enterarte de lo que son problemas graves,
llama al diablo y verás una realidad muy distinta.
Gabriel va hasta el teléfono y llama al demonio .
-Oigo-- contesta Satanás.
-Hola, soy yo Gabriel, es que quería...
-Que vaina, espérate un minuto, man -- interrumpe el diablo y tira
el teléfono.
Al cabo de unos segundos regresa.
-'Bueno, aquí estoy de nuevo, ¿qué puedo hacer por ti?
-¿Estás teniendo algún problema con los Dominicanos que
recibiste en el infierno?-- indaga Gabriel.
-Anda pa la mierda, espérate un minuto, ahora mismo te
contesto, pero tengo que chequear algo-- dice Satanás y sale corriendo.
-Perdona la demora, Gabriel. ¿Qué fue lo que me preguntaste?-- pregunta el diablo cinco minutos después.
-Que si estás teniendo problemas con los Dominicanos que llegaron al
infierno?-- repite Gabriel.
-Pero, ¿Cómo e la vaina caballero?-- grita el diablo exasperado--.- Espera, enseguida estoy contigo.
Satanás suelta el teléfono y regresa a los 15 minutos jadeando.
-Oye Gabriel, perdoname manito, pero no te puedo atender ahora.
Imagínate que estos fatales Dominicanos me han apagado el fuego
del infierno y están tratando de instalar un aire
acondicionado!!!
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